miércoles, 25 de noviembre de 2015

Distorsión


Durante el estado de sitio habíamos ensayado
cómo hacer cortinas con cables que recogimos en la avenida
hemos dejado millones de botellas vacías
y esperan en la vereda
a que volvamos a buscarlas
y rellenarlas de arena
cuando todo se vaya a la mierda.
Hay un montón de campo aquí cerca, tenemos
cajas llenas de semillas y bolsas rellenas
de bolsas de naylon
el vientre vacío y las sábanas gastadas que bordó mi bisabuela,
muchos libros, algunas maderas.
Ayer tuvimos que ir a casa de mi suegra a pedirle dinero.
Sacó del cajón los billetes que el banco le dio a cuenta de su jubilación,
ella fue maestra rural,
y nos prestó mil pesos
que ahora se sienten como si el estado nos hiciera el favor de ayudarnos.
Seguimos siendo niños. No queremos ir más a la escuela. No queremos
vestirnos con ese uniforme amarillo y violeta
y sentarnos
detrás de un escritorio como este
lejos de casa. No tenemos dinero
para comprar zapatos caros, por eso no corremos,
por eso no tenemos un empleo.
El plan B es juntar a un par de locos
y ocupar un terreno
casas de cartón y cables de red
y criar hijos
para que nadie pueda echarnos.
Pero hoy, como nuestras madres y nuestras abuelas,
enumeramos unos ante otros
los gastados enunciados del contenido de la heladera
No hay pan
no hay Tang
y nos sentamos a comer fideos con salsa, un vaso de agua helada
calentamos el café de la mañana, el único vicio caro que nos queda,
y volvemos a nuestras trincheras detrás de la mesa
donde las teclas emulan el sonido de la próxima lluvia.
Ya no tenemos fuerzas para volver atrás.
Hay en el fondo un montón de ladrillos huecos.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Red oculta


Hay un dedo en el agua.

Las naranjas no pueden comerse.

Conectar a una red inalámbrica oculta.
No tener que repetir cómo fué que llegué hasta aquí
eso me alegra mucho de estar a tu lado.

Me olvidé el libro de Gabriel en el alféizar. Nadie usa más esa palabra
pero lo olvidé ahí.
Había olvidado tu cuerpo y el olor de la desgracia.
Pensé que ya no quedaban más árboles como estos. Soñé
que los árboles estaban libres de toda enfermedad
y que las naranjas eran dulces y podían comerse apenas
arrancadas de la rama.
La red recoge los frutos para que no revienten contra el suelo,
son increíblemente grandes, deliciosos. Nunca creí empaparme
con sólo acercar mi dedo.

No te equivoques hermoso brote de clavel, una flor como vos
es una bendición. No permitas que las plagas se apoderen de lo único
que puedes dejar ondear ante el viento.
Lava tu cuerpo,
conserva tu gentileza. Es increíble que sólo hayas cambiado
para hacer más robusto aquello que te sostiene ante mis ojos.
Una vez más me hace bien verte.

Una vez tu sonrisa me indicó la dirección correcta
y todavía nos seguimos encontrando
bajo un techo de estrellas
junto al fuego
y las palabras son dulces
tocaste mi hombro
y escuchaste mi voz
cuando dije te quiero.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Online Radio/Más de lo que te imaginas

No entiendo cómo funciona un teléfono

que los electrones hacen cosas insólitas para los humanos
nosotros sólo podemos ir
de acá para allá en nuestro atuendo de pellejo
y nuestro cerebro electrificado realiza
sinopsis de las que no tenemos noticia
a menos que tomemos esas pastillas color de rosa todos los días.
Mucho menos me cabe en la cabeza
cómo es que llegan hasta aquí
las ondas de radio que emite una antena clavada
en la Colonia Santa Fe, en la Ciudad de México
o en el lejano territorio de Juneau, capital de la extranjera
República de Alaska. ¿Y el cable de red?
¿Y mi conexión wireless?
Todo alrededor vibran sonidos silenciosos,
frecuencias que agitan nuestras membranas aunque no
nos demos cuenta
todo esto es un gran misterio
como dios
la universalidad
o esa historia en la que
el hay más de uno y éste flota
en el espacio,
en compañía de todos los otros universos posibles.

Eso que nos conforma
es incomprensible
aunque parece fácil encender
la radio y escuchar música
y la voz de un viejo amigo
un domingo a la noche
mientras se cocina la cena.