miércoles, 28 de agosto de 2013

Carta a los muertos I

Si están ahí y pueden escucharme, aquí es donde podrán encontrarme. He apagado las luces y encendido las velas, el único fuego que nunca me ha traicionado. Afuera las personas chocan en sus vehículos y un par de individuos discuten aún, a gritos, desde la noche anterior a ésta.
Me colgué y pensé que hoy ya había pasado y que era mañana, aunque ya es ese mañana del que ahora hablo, al menos aquí en la tierra de los hombres de cuero. Estamos bien, aunque un poco apretados dentro de nosotros mismos. La piel sólo se estira en la medida que podemos alimentarnos en exceso y suele ser poco sentador además de malo para la salud y tampoco ayuda mucho a acomodarse del todo; entre más espacio se ocupa menos capacidad de movimiento resulta de ello.
Ayer lloré por ustedes. Lloré por mí, porque los extrañaba y por las cosas que se fueron.


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