viernes, 18 de julio de 2008

Los mudos

Anticipo el ápice y cómo alcanza mis ojos con un punto. Retengo el titubeo callado, el asombro. Mi puño respira. Quieta y de la sangre me destila lo grave de la memoria, luminosa arena. Escalones de piedras de miel y ligeros quebrados. Las cavidades pierden a gotas el flujo celeste y debajo de la lengua un arcoiris diminuto anuda la transparencia de mi pulso. Condensados, nubes negras que sonríen en gajos nos vamos por la alcantarilla. Por qué no. Probaremos qué tan hondo se lleva la vida arraigada revueltos en agua con sal, arrastrados por la fuerza de una perla, sostenidos por la forma centrífuga de avanzar hacia adelante.
No te extingas Ventana, tornasol burbuja no nos lleves, que mi pulso no tiene nada que darte tobogán, no nos tragues, no te alejes.
Llévate mi voz. Anda vete, somos tercos. Con lo que quede haremos lo mejor posible.
Tejeremos en silencio. Palpitando. Abrazados, creciendo.

2 comentarios:

Idalia dijo...

querida Lu,
lumía...
me encanta las cosas que me dices. Sí, he leído la Balada del café triste, justo la acabo de releer y ahí mismo vienen otros relatos..., primero la leí porque la dejó E.M. en la sogem, y luego porque leí Reloj sin manecillas, de donde saqué las citas que puse en el blog, que me gusta muchísimo más que la Balada, y ahora voy a leer El reflejo de tus ojos dorados.
Vi que estás o estuviste en la sogem. Yo soy del generación 32, me da gusto encontrarte y leerte. También disfruto mucho de tu blog.
Estamos en contacto.
Marie

luks dijo...

me gusto [este
saludos